© 2018 Luis Miguel Urrechu

¿Sabías esto?

 

Hace unos cuantos siglos, para burlarse de alguno y que creyera que su caballo se le había caído muerto, solían echar entre la cebada la siempreviva, que adormece al caballo de manera que parece que está muerto. Para volverlo en sí le lavaban las narices con vinagre fuerte.

 

Cólico de caballo

¿Qué es el cólico?

El cólico en un caballo es una urgencia potencialmente mortal, aunque los primeros síntomas no nos parezcan de mucha gravedad. Ante la sospecha, hay que llamar inmediatamente al veterinario. Él sabrá diferenciar mejor que nadie entre un cólico verdadero y lo que se llaman “falsos cólicos”.

Existen más de 70 tipos diferentes de problemas intestinales que causan síntomas de cólico (falsos cólicos). Aunque se trate de un cólico verdadero, muchas veces se resuelven fácilmente; pero no hay que dejarse engañar por unas señales que a nosotros nos parezcan leves. Los honorarios del veterinario son mucho más bajos que un empeoramiento que requiera de una intervención quirúrgica; o la tristeza de una eutanasia que podría haberse evitado.  El 5% de los cólicos son muy graves y pueden llegar a provocar la muerte.

El caballo no puede vomitar, por lo que el alimento se ve obligado a seguir su camino completamente hasta su expulsión. Todo se puede complicar si además hay parásitos como los estróngilos que estrechan las arterias del aparato digestivo. De cada cien caballos, cuatro sufrirá un cólico, y en algo menos del 10 % de los casos se necesitará recurrir a la cirugía.

¿Qué es un cólico? El término se refiere más en general al dolor en el estómago del animal, causado casi siempre por problemas en el sistema digestivo. También puede estar originado fuera del tracto gastrointestinal por problemas en los riñones, ovarios, testículos, bazo o pleura. Además, el dolor puede también estar producido por la laminitis o la rabdomiolisis. Cualquier caballo puede padecerlo sin importar su edad, sexo, raza, trabajo que desarrolle, etc.

El más común se produce por una dilatación gástrica, que provoca agitaciones en el intestino delgado, haciendo que el plasma sanguíneo llegue hasta el abdomen. Lo suelen provocar los gases, el exceso de grano en su alimentación, la ingesta de arena y los parásitos.

Aunque el tratamiento actual es mucho mejor que antes por los avances en su diagnóstico, medicamentos y técnicas quirúrgicas, es una de las causas más frecuentes de muerte. El diagnóstico precoz sigue siendo la mejor garantía para la salud de nuestro amigo el caballo.

 

Causas del cólico

El 90 % del cólico tiene un origen digestivo, marcado por la constitución de los caballos, que tienen un intestino de 30 a 35 metros de longitud y con grandes diferencias de tamaño. A esto hay que añadirle un estómago pequeño, de rápido tránsito, que debe vaciarse varias veces al día, enviando al intestino alimentos no digeridos por completo. Los caballos que se alimentan con libertad en la naturaleza es muy raro que tengan cólicos.

Cuando la causa es digestiva, puede deberse a una impactación de alimentos (acumulación que hace de tapón intestinal) a una dilatación, a un desplazamiento o a una torsión. Puede deberse a un cambio en la comida, a la falta de agua, o a una nutrición inadecuada por la mala calidad o cantidad. También las situaciones estresantes le provocan el aumento de adrenalina, y por tanto del ritmo y la frecuencia cardiaca, sudor abundante y como resultado la paralización de la digestión en su intestino, lo suficiente para causarle un cólico.

Como nosotros, los caballos son muy sensibles al dolor del sistema digestivo, que suele estar producido por espasmos o “calambres”, por el estiramiento de la pared intestinal ocasionado por gases o por comida, y porque se corta el suministro de sangre a una parte del intestino o quedar éste removido a algún lugar donde no debiera.

Una causa frecuente de cólico es el parasitismo. Las larvas de los estróngilos dañan la pared intestinal, que es muy abundante en vasos sanguíneos. Estos se obstruyen y dejan de irrigar como deben al intestino, produciendo mucho dolor. Por eso se debe desparasitar internamente y con regularidad al caballo de 2 a 4 veces al año, cambiando de producto para no crear inmunidad. Los antibióticos también pueden provocar cólicos, porque alteran la fauna microbiana, afectando a la digestión del almidón. Existen muchas otras causas de cólicos en los casos de potros, de yegua gestante o de un semental, sin embargo no son tan populares.

La transición en el cambio de alimentación también hay que tenerla muy en cuenta (cuando llega el invierno y se pasa al caballo de los pastos a la caballeriza o viceversa). Su sistema digestivo contiene una flora de bacterias y enzimas necesarias. Un cambio brusco de comida no le deja adaptarse y por lo tanto no consigue digerir correctamente, provocándole diarreas, calambres intestinales y cólicos.

A veces la causa puede estar en el agua. La deshidratación afectará primero al sistema digestivo, y las heces serán duras y secas. También la ingesta de gran cantidad de agua de repente o si está demasiado fría, puede producir un cólico. Muchos no ocurrirían si el caballo estuviera en un prado. Si está en caballeriza hay que hacerle ejercitarse, asegurándose de que coma la fibra suficiente. Por su pequeño estómago, es mejor que coma mejor dos veces al día que una sola; y mejor en tres.

La paja sola no es buena; es mejor mezclársela con alfalfa, heno o forraje. Cuidado también con que coma muchas bellotas, sobre todo si están verdes.

Prevención.

Cólico por strongilus

Hay caballos que tienen cólicos frecuentemente y otros que nunca los tienen. Si un caballo es propenso, hay extremar la vigilancia sobre su alimentación y el ejercicio que hace. Si son repetidos, lo más probable es que el problema esté en un cambio en la alimentación o en la calidad de la misma. Descubierta la causa, las medidas correctoras son fáciles de aplicar.

Hay que ser monótonos en la alimentación del animal y no introducir cambios de repente. Lo más común en los cólicos es haber cambiado la alimentación o la remesa de heno en las dos últimas semanas. Cuando se haya de cambiar hay que hacerlo gradualmente, al menos en un periodo de 10 días, y siempre manteniendo el pesebre y el heno limpios y libres de polvo y moho.

No se le deben dar atracones. Es mucho mejor alimentarle con múltiples tomas pequeñas que con una o dos comidas  grandes. El estómago del caballo funciona mejor teniendo siempre algo de fibra en su interior.

Los intestinos de los caballos no están hechos para digerir el grano, y las dietas con alto contenido están relacionadas con la incidencia de los cólicos; aparte de que pueden ocasionar obesidad y otros perjuicios. Los únicos que necesitan grano son los que pierden peso a pesar de estar bien alimentados o a los que se les exige mucho ejercicio.  Aun así, al menos el 50 % de la ración total debería ser forraje. De ningún modo se les debe dar un grano fermentado.  

Si es posible, se debe evitar alimentar al animal con suplementos energéticos.  En caso de tener concentrado, se puede dividir en 2 o 3 raciones más pequeñas para evitar sobrecargar el aparato digestivo. Lo más apropiado es el heno a voluntad.

Caballo con cólico

También es necesario programar el control de parásitos con la ayuda de un veterinario. Una desparasitación rutinaria y no programada puede causar inmunidad en los parásitos. El control parasitario es importante para un saludable funcionamiento del tracto intestinal. El veterinario determinará el programa adecuado basándose en el pasto y la edad del animal, en el recuento de huevos fecales, etc.

Para los “cólicos de arena” el responsable del caballo debe saber la cantidad que ingiere el animal mediante una sencilla técnica que el veterinario conoce, y que consiste en la disolución de una pequeña cantidad de heces en una bolsa con agua para la decantación de la arena que hubiere ingerido.

Es muy bueno realizar ejercicios o salidas diarias, porque además de cambiar la intensidad, también se practican otros ejercicios de manera gradual. Es muy beneficioso mantener una rutina de ejercicios o salidas, evitando las “palizas” de fin de semana o el esfuerzo intenso seguido de largos períodos sin actividad.

El caballo debe disponer de agua limpia a voluntad. Sólo cuando está muy caliente se debe evitar que beba a voluntad, dándosela en pequeñas cantidades hasta que normalice su temperatura. Para reducir el riesgo de cólico por impactación, si es preciso hay que “animar” a beber al caballo al menos dos cubos diarios de agua; si es necesario echándole el grano en ellos.

Se debe evitar la ingestión de arena manteniendo el heno separado de los suelos arenosos y poniendo la ración en un pesebre, cubo, o alfombrilla. Si al caballo le gusta sacar el heno y comerlo del suelo, se deben tomar las mismas precauciones.

También es fundamental evitarle un alto nivel de estrés, que acabará poniendo en riesgo sus funciones intestinales, como suele suceder con los caballos altamente estresados o de alto rendimiento, que requieren la vigilancia de un veterinario para prevenir úlceras gástricas mediante exámenes endoscópicos, ya que las úlceras son una causa bastante común de los cólicos leves.

Igualmente, los dientes se deben revisar cada año o cada dos años para detectar problemas de masticación que faciliten la aparición del cólico.
 

Cólico equino

Tipos de cólicos

El cólico está también relacionado con otras enfermedades, y se suele clasificar en estas categorías:

DE DESPLAZAMIENTO: el intestino delgado está suspendido en la cavidad abdominal y tiene libre movilidad en el abdomen, lo que puede predisponerlo a plegarse o retorcerse. En estos casos es necesaria la cirugía para poner todo en su lugar y eliminar la parte dañada por falta de flujo de sangre. Además, ambos intestinos (delgado y grueso) se pueden desplazar y causar dolor y falta de riego sanguíneo por la acumulación de gases, que hace que los intestinos floten y se muevan.

DE DISTENSIÓN: la poca capacidad del estómago del caballo lo predispone a su distensión cuando se da un atracón de grano. Puede ser letal.

ENTERITIS: Es la inflamación del intestino, casi siempre debida a bacterias, sobrecarga de grano o alimento contaminado. Los caballos con enteritis también suelen tener diarrea. A menudo es difícil de diagnosticar y puede presentarse de forma similar a los cólicos de desplazamiento o de impactación.

ESPASMÓDICO: Son contracciones dolorosas musculares en los intestinos. Se compara con la indigestión en las personas, y normalmente es de fácil tratamiento por el veterinario. Cuando a un caballo se le somete a una excesiva excitación, podría desarrollar un cólico de este tipo.

DE IMPACTACIÓN: el intestino grueso se dobla sobre sí mismo y se pliega en distintas direcciones y con distintos diámetros. Esto puede ser causado por “impactaciones” (Cuando un tapón de comida o material extraño atasca el intestino. Los tapones pueden ser consecuencia de trozos de alimentos no suficientemente masticados, por deshidratación, o por acumulación de materiales extraños, como la arena).

GASTROINTESTINAL: En todos los cólicos se produce acumulación de gases, que puede estar en el estómago o en los intestinos. Según se va acumulando el gas, el intestino se hincha, provocando dolor. A veces está producida por bacterias, tras comer grandes cantidades de grano o de alimentos con moho. Los veterinarios suelen colocar al caballo una sonda que va desde la nariz hasta el estómago para aliviar al estómago de la presión del gas y de la acumulación de líquidos.

Cólico caballo 2

Síntomas

¿Esto es o no es cólico?

Este es el problema, no saber a qué hay que enfrentarse. A veces las señales son muy claras, y casi ellas solas parecen llamar al veterinario. Otras veces, los síntomas pueden reflejar un cólico leve, sin que sea necesario que el veterinario se desplace para ver al caballo. Pero hay ocasiones en que la aparente levedad de los signos enmascara una gravedad potencialmente letal si se retrasa su tratamiento.

En general, cualquier cambio de comportamiento del caballo debería llamar nuestra atención: cuando se tumba y se levanta frecuentemente, la falta de apetito, el anormal hinchamiento de la barriga, una actitud aletargada o agitada, despreocupación por lo que ocurre en su entorno, estado anormalmente inquieto, cuando agacha la cabeza como si se quisiera tumbar, cuando bosteza frecuentemente o levanta el labio superior (Flehmen). Cuando relincha sin razón, echa hacia atrás las orejas o suda mucho sin motivo. Cuando parece que quiere orinar y no puede o se sienta como los perros.

Otras veces rasca el suelo con las manos, se revuelca para intentar mitigar el dolor que está sufriendo, se queda tumbado sobre su espalda, se mira la barriga y los lados, o se golpea el estómago con las patas y se muerde el abdomen, pierden todo interés por el agua y la comida…   

Puede que no haya estercolado en el tiempo que le corresponde y que las heces sean blandas. En otros casos tiene las patas frías, la nariz azulada y el pulso acelerado, y no hay sonidos de gorgoteo en el estómago. Algunos animales ni se tambalean, ni se tocan su estómago, ni presentan la mayoría de signos anteriores. Entonces hay que prestar mucha atención al sonido de su estómago, y llamar al veterinario  si no se detecta el clásico sonido de gorgoteo.  

El potro puede que no muestre los signos característicos de un cólico, pero suelen echarse sobre el lomo, con las piernas recogidas.  

Los síntomas del cólico son diferentes según su gravedad, y se deben comunicar al veterinario para que se haga una idea de la misma y nos aconseje qué hacer hasta que haga acto de presencia.

Cuando un caballo tiene cólico, puede ser muy violento por el intenso dolor que sufre, así que hay que tener mucho cuidado con las patadas o que se eche al suelo de repente.

No hay cólico entre los caballos libres

¿Qué hacer?

¿Qué hacer ante la sospecha de un cólico? Y tan importante: ¿Qué no se debe hacer?

Desde que advirtamos los primeros síntomas hasta los últimos cuidados que eventualmente tengamos que hacerle si ha sido sometido a una operación quirúrgica, nuestra intervención puede afectar al desenlace de su sanación. Con una acertada diagnosis y el tratamiento oportuno, el pronóstico de los cólicos médicos es excelente, como lo son los que requieren de cirugía si reciben un tratamiento inmediato.

Cuando un caballo con cólico está tumbado o se revuelca, aumenta el riesgo de provocarse una rotura o una torsión intestinal. Por otra parte, el animal debe estar de pie para facilitar que el veterinario lo examine e intervenga.

Se dice que la mitad de los cólicos leves desaparecerían con hacerle caminar lo suficiente para evitar que se caiga y que ruede. En los primeros momentos es importante hacerle andar con tranquilidad (no hacerle trotar ni galopar) durante unos diez minutos –no más– para favorecer y estimular el movimiento de la comida desde la boca hasta el ano y ayudar a la expulsión de los gases. Si pasada media hora los síntomas no desaparecen o se agravan se debe llamar urgentemente al veterinario. Puede suceder que, pese a nuestra insistencia, el caballo no se quiera levantar para hacerle caminar. En estos casos lo mejor es no obligarle. Muchos mueren por arrojarse contra el suelo y causarse alguna rotura intestinal.

Cuando los síntomas de cólico son evidentes, no hay que dejar pasar el tiempo para ver si mejora antes de llamar al veterinario. Esto puede entrañar mucho peligro, especialmente en algunos casos. Si un caballo está dolorido por un exceso de líquido en el estómago, podría rompérselo, y cuando pasa esto no hay ningún tratamiento que lo salve de la muerte, que suele ocurrir en un tiempo relativamente corto, a las pocas horas.

Si se tienen dudas para avisar al veterinario, conviene comprobar la frecuencia cardíaca y la temperatura rectal y revisar sus cascos para detectar calor y los músculos de su rabadilla para ver si están apretados, descartando que se deba a un problema de laminitis u otros, que se pueden confundir con los síntomas de un cólico.

Si es posible, se debe comprobar si el animal ha estercolado últimamente. Si no lo ha hecho o la cantidad es muy pequeña, podrían indicar un problema.

Estos datos recogidos y los síntomas, se los comunicaremos telefónicamente al veterinario inmediatamente, independientemente de que creamos que no indican gravedad. Tardar demasiado podría convertir un problema menor en uno grave y uno grave en otro intratable. El veterinario preguntará lo que crea necesario para evaluar si debería examinar al caballo urgentemente o dará instrucciones al responsable del caballo mientras los síntomas no vayan a más.

Mientras se espera la llegada del veterinario se debe observar al caballo y controlarlo durante todo el tiempo. Los síntomas y las condiciones pueden empeorar muy rápidamente.

Naturalmente, se debe evitar dar comida  y agua al animal. Si dejamos beber a un animal con el estómago distendido, se podría provocar su rotura. No se le debe dar ninguna lavativa.  El recto de un caballo es muy frágil y los desgarros rectales provocan la inflamación del revestimiento abdominal. Puede ser fatal.

Se debe procurar llevar al caballo a una zona segura donde mitigar los posibles golpes que se dé. Y en el caso de una yegua, hay que separarla de su potro si lo tuviera, para evitar lesiones a la cría. Si es posible, donde la yegua pueda verlo, porque esto le añadiría más ansiedad.

No se debe administrarle ningún medicamento sin la indicación del veterinario. Los analgésicos podrían enmascarar los síntomas y complicar el diagnóstico.

Cuando llegue el veterinario, intentará diagnosticar el cólico desplegando todo su arsenal de conocimientos y medios técnicos. Probablemente se pondrá a escuchar los clásicos sonidos de los intestinos, le colocará una sonda nasogástrica, realizará un examen rectal, y seguramente controlará la temperatura, pulso, frecuencia respiratoria, color de la membrana mucosa; extraerá líquido para su evaluación, le hará una ecografía abdominal y, en su caso, radiografías y análisis de sangre.

La mayoría de cólicos se pueden tratar en la caballeriza con medicamentos y el uso de la sonda nasogástrica para evacuar el gas y administrarle medicinas. Pero si el veterinario sospecha que se trata de un cólico de desplazamiento o de impactación que no se pueda tratar en el lugar, sugerirá llevar al caballo a un centro quirúrgico. En caso de que el veterinario prescriba un tratamiento, se debe aplicar exactamente como se prescribe, administrando los medicamentos sin desviarse del plan trazado por el veterinario.  Y sobre todas las cosas, no se debe sobremedicar al animal. Si no responde no es porque no se le haya dado lo suficiente, sino porque va más allá de lo que la medicina puede hacer. Además, la sobredosis puede causar ulceraciones gástricas, diarreas y problemas en los riñones.